Tuesday, April 21, 2009

Sin título (aún)

A las 5:10 am suena la alarma. No es el radio con noticias o alguna estación de música. Es un repetitivo y molesto sonido que garantiza el despertar. Una canción o la monotona voz de un noticiero muy probablemente será incluida en el sueño en vez de despertar a la persona.

Normalmente Alejandro se sobresaltaría un poco por el ruido y la dejaría continuar por varios segundos antes de apagarla. Pero esta vez ya tiene unos 10 minutos despierto, y la apaga después de dos o tres timbrazos.

No es común que se despierte antes. Por lo general intenta exprimir hasta el último minuto posible de sueño, lo cual casi invariablemente lamenta ya que está atorado en el tráfico.
Pero como decía, esta vez ya está despierto.
¿La razón?
Desde hace algunos días la idea de despertar solo lo ha estado incomodando y hoy ha llegado al punto en el que ya le molesta por completo.
La gota que derramó el vaso fue soñar con ella. Soñó uno de esos vívidos sueños que uno no distingue como tal. En el sueño era completamente feliz. Estaban desayunando juntos, ella todavía en pijama, viendose absolutamente hermosa con el cabello medio enmarañado y torturando sus pancakes con el tenedor mientras le platicaba alguna trivialidad de esas que platican las parejas.
El sueño era así de simple pero la escena implicaba mucho: que pasaron la noche juntos, había cierta cotidianidad como cuando ya se ha estado juntos mucho tiempo, su conversación fácil y ligera que apunta hacia una relación sin muchos problemas, etc.
Despertó justo cuando la besaba en los labios al despedirse para ir al trabajo.  Durante unos segundos Alejandro solo se quedó mirando el techo.  En el tirol su mente formaba siluetas de objetos o rostros caricaturescos. 
Después hizo un berrinche.
Tanto que hasta apretó las cejas y los labios y a nada estuvo de patalear en la cama.
Pocos minutos después fue cuando sonó la alarma y temió que este iba a ser un muy mal día.

No podía estar más equivocado.

Les voy a adelantar que su historia, es una con final feliz.

Alejandro se quedará con la chica y sentará las bases para un negocio que le dará lo suficiente para vivir bien y que, además, disfrutará hacer cada día.
Así que el objetivo no será sorpenderlos con un rebuscado e inesperado final.  Lo único que busco es contarles un día en la vida de Alejandro.
Bueno, en realidad, contarles sobre EL día en la vida de Alejandro.

¿Cuantas veces nos preguntamos si las cosas habrían sido distintas de haber tomado una u otra decisión en nuestras vidas?
¿Cuantos parteaguas enfrentamos sin distinguirlos como tales?
¿En cuantas ocasiones somos incapaces de distinguir por nosotros mismos lo afortunados que somos, tanto que tenemos incluso la fortuna de que alguien cercano nos lo haga saber? 

Para Alejandro hubo señales por todos lados. Se preparó pancakes intentando duplicar, aunque fuera en parte, su sueño. Por primera vez en sus 31 años de vida, o más bien, en 11 años de cocinar su propio desayuno, los pancakes le salieron perfectos. Bien redonditos, esponjosos, ni crudos ni muy cocidos, no derramó masa fuera del sartén, no tiró la leche, en fin, fue una preparación perfecta. Y tal vez de no ser por su berrinche lo habría notado.
El jugo de las naranjas estaba de lo más dulce, a pesar de que no tenían tan buena apariencia. 
Desde el comedor en su departamento podía ver como amanecía. No había nubes y el sol aparecía majestuoso. Terminó los pancakes y se acercó a la ventana para ver hacia la calle abajo mientras terminaba su jugo. 
La sombra de edificios vecinos mantenía todo ahí en ligera penumbra pero ya había mucha actividad.
Pasó más tiempo del debido admirando el amanecer, aunque en vez de disfrutarlo solo pensaba en que Elena debía estar ahí con el y continuaba alimentando su berrinche. 
Se apuró a bañarse y, a pesar de las prisas, se rasuró perfectamente, sin cortadas o irritación (una señal más) y terminó de arreglarse para luego salir hacia su trabajo.
Ya en el coche pensaba en mandarle un mensaje a su celular pero no lo hizo por pena a despertarla (eran 6:32 am) y además en realidad no tuvo tiempo. Por alguna razón casi no hubo tráfico, hecho que por sí solo debió ser catalogado como todo un milagro, pero una vez más fue ignorado. No daban las 7 de la mañana y Alejandro ya se estacionaba en el edificio en donde trabaja.


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Eso es todo por el momento.
Espero no se convierta en otro trabajo indefinidamente incompleto.

Sporch

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2 comments:

Mr. Ruben said...

y luego...?

Además, esos días sólo suceden en las películas de Disney (y, aún así, sólo cuando alog muy grave está por pasar - como si el universo te lo compensara por adelantado)

Unknown said...

hahah, esa es una visión bastante pesimista de las cosas Rubén.

Pero bueno, finalmente es una pieza del género "ficción" :P